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Cerrando el año

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Último día del 2018. Última publicación del año. Últimos pensamientos después de una tarde de reflexiones. Los últimos trescientos sesenta y cinco días han sido una montaña rusa y debo reconocer que he sentido los momentos malos de manera cruda y fría, pero los momentos buenos han sobrepasado lo inefable con creces. Quiero cerrar este año con un sentimiento positivo a pesar de todos los flecos que todavía quedan por cortar. Deseo con mucha fuerza que lo que no está bien se solucione de la manera más favorable y que todo lo bueno llegue a todos mis seres queridos y a ti, que estás leyendo estas líneas. Me quedo con los momentos compartidos con los míos, las aventuras vividas con mi compañero de viaje, las anécdotas con amigos, el concierto de mi vida, con las canciones, los pensamientos bonitos y sobretodo con las personas que nos quieren y nos hacen crecer. Por un 2019 que nos regale más de todas esas cosas buenas, mucha salud, más emociones memorables, más historias y, y

No siempre

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No siempre tenemos la razón, ni nuestros actos son los más acertados. Pero en esas ocasiones no lo hacemos con intención de dañar a nadie y mucho menos de hacer que los demás se sientan mal. Son momentos en los que simplemente las cosas salen al revés de como esperabas y dejándote de la peor de las maneras ante los ojos de los demás. Pero dentro de todo este desastre, pueden pasar dos cosas: en el mejor de los casos la otra persona que te conoce y que sabe cómo eres entenderá que ha sido un malentendido. O en el peor de los casos, se quedará únicamente con la visión del momento sin tener en cuenta nada más, como si fueses un completo desconocido que ha actuado mal. Todos nos equivocamos y metemos la pata, porque no somos perfectos. Todos podemos tener buenas intenciones y que las cosas salgan mal sin pretenderlo. Todos tenemos días malos en los que las cosas se pueden malinterpretar. Pero no hay que olvidar que somos personas y que un suceso aislado no debería de marcar el re

Somos ayer

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Ayer era una niña que jugaba al escondite sin preocuparle nada más. Eran buenos tiempos, con ausencia de obligaciones más allá de ir al cole, hacer los deberes, jugar y disfrutar del verano. ¡Y qué verano! De comidas familiares en la playa, de hacer castillos de arena y de esperar las dos horas pertinentes e interminables de digestión antes del ansiado chapuzón. Ayer también fui adolescente, con mil dudas, cambios repentinos y muchas cosas que entender del mundo y de mí. Ayer fui una chica que cruzó la línea de la mayoría de edad, que vivió el primer verano de libertad después del Bachiller y antes de la Universidad. Y los veranos que vinieron después, los diferentes, con más tiempo en familia fuera de la ciudad, con sabor a helado después de la playa, de escribir en una libreta vieja, de enamorarme por primera vez y de sentirme a ratos perdida. Ayer fui dando pasos más maduros e incluso zancadas para completar una carrera y un máster. Hice amistades que se fortalecieron con

Escribiendo historia [recuerdos de memoria]

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Esta es mi historia. Puede que no contada cronológicamente, pero cada entrada tiene algo de mí, de mis recuerdos, de mi memoria. Y lo que cuento lo hago porque quiero, no para quedar bien con nadie ni para ser objetivo de comentarios, aunque soy consciente de que me expongo a ello por el atrevimiento de dejarlo a la vista. Pero este es mi espacio y simplemente lo comparto con los míos y con quien llega aquí por casualidad (si es que las casualidades existen). Cada persona que pasa por el mundo también tiene una historia propia y la va escribiendo día a día, no siempre de manera literal. Quizá sea por eso que cuando conozco a ciertas personas y creo que su historia merece la pena ser contada, hago lo posible por incluirla de alguna forma. A veces incluso me gusta imaginar las de la gente que camina por la calle, los desconocidos con los que cruzas unas palabras, y a veces ni eso. Estamos hechos de huesos, piel y músculos… de momentos, sentimientos, de personas y circunstancias

Otra vez [yo]

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¿Cómo es posible que haya pasado más de medio año? Olvidé los propósitos de año nuevo, los deseos de cumpleaños e incluso lo que quería hacer en vacaciones. Olvidé el momento en que dejé de escribir aquí para hacerlo en papeles en blanco, al margen de un periódico, improvisadamente en una servilleta de papel o en una libreta que creí perdida. No sé qué paso, supongo que todo y nada, las consecuencias del caos cuando destruyen tu rutina y te obligan a inventarte otra a regañadientes. Por mucho que lo intentes, a la cabeza le resulta muy complicado situarse, se le hace cuesta arriba lo que normalmente hacía de forma automática y todo lo que creías que pasaría simplemente se desvanece. Es entonces, entre tanto desbarajuste, cuando se crean los puntos de inflexión, esos que te empujan a que reacciones y conectes. Dicen que las respuestas a las preguntas más importantes suelen estar dentro de nosotros mismos. Y quizá yo añada que también es importante salir, observar y escuchar fu

¿Lo ves? ...¡Allá vamos!

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Otra vez estoy sentada delante de estas teclas para hacer balance, para echar un vistazo a los momentos que me han dejado los últimos doce meses. Lo cierto es que el 2017 ha sido un año de sorpresas, de no dejarme indiferente, pero por encima de todo de enseñarme que las lecciones que años atrás no parecían tener sentido, lo tenían. Y he aprendido. Un montón. Pero como siempre, el aprendizaje es una cosa muy personal, de cada individuo, con sus ritmos propios y sus avances progresivos. Así que por ello, no puedo mirar a los últimos meses sin tener en cuenta los últimos dos años de mi vida (básicamente desde entonces, desde aquel punto de inflexión, siento que he crecido con una visión más profunda y significativa). No voy a hablar mucho más de ello, simplemente me quedo con todo lo bueno. Así, mi balance del año lo resumo en que no hay que tener miedo a los cambios, sino que debemos atrevernos a ir más allá de nuestra zona cómoda y conocernos todavía más en otros ámbi

Una vez en la vida

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Cuántas veces he escuchado eso de “hay trenes que solamente pasan una vez en la vida”. Me pregunto entonces… ¿cuántos habré dejado pasar? De forma consciente o inconsciente, no creo que fuese capaz de decir una cifra concreta. El dicho más que conocido, que las oportunidades pasan una vez y hay que aprovecharlas. Pero, ¿y si no estás preparado? ¿Y si ni si quiera sabes que es una oportunidad porque no la ves? ¿Y si…? ¡Ahí está! ¿Cómo iba a ver la oportunidad que tenía delante? Yo fijándome en trenes, cuando la oportunidad para mí… ¡era un barco! Y es que nos pasamos tanto tiempo observando lo convencional, lo que la sociedad nos dicta, lo que creemos que es “normal”, que nos perdemos nosotros y lo que realmente es valioso. Hasta que no entendamos que todos somos distintos y que tenemos una forma propia y genuina de ver la vida…seguiremos de pie en la estación equivocada, en la puerta de embarque errónea, en la línea de metro circular o en la carretera cerrada