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Mostrando entradas de enero, 2016

"¿Contigo? Yo quiero"

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Tener opciones siempre nos da una combinación compleja de sensaciones, una mezcla de (in)seguridad, pero a su vez de cierto miedo y dudas. Es inevitable pensar que si elijo una cosa perderé otra, o que si abro una puerta ya no podré volver atrás. Así pues, debemos estar preparados para cualquier cosa, porque si de algo estoy segura es de que con el paso del tiempo hay que intentar dejar a un lado los “y sis” y pensar en lo que realmente queremos, en lo que nos da seguridad real, lo que nos hace felices y lo que creemos (y muy en el fondo nuestra intuición nos lo confirma) que será mejor para nosotros. Puedo asegurar que soy más feliz desde que me atrevo a actuar sin cuestionarme todo el tiempo, desde que rompo fronteras limitantes y construyo puentes que unen, desde que dejé de pedir permiso y desde que sigo sorprendiéndome a mí misma con cosas que jamás pensé posibles. No dejéis en manos de otros lo que únicamente está en las vuestras, y eso incluye uno de lo

Vida contenida [y minutos suicidas]

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Tiempo contradictorio, igual que los días como hoy. El calor del sol peleándose con el aire gélido que ha tardado tanto tiempo en llegar, como las ideas que discuten y no llegan a ningún acuerdo, que me frenan aquí delante sin saber qué hacer primero. ¿Debería preguntar o simplemente caminar? Si haces porque haces, y sino porque no lo haces. El caso es no atinar en el intento, de repetir el mismo tiro libre y que ni si quiera se acerque a ser un tanto. Una diversión para los de ahí arriba, como la melodía incomprendida de aquel anuncio sin sentido o ese gran libro desconocido por no ser comercial. Otra tarde que va, en la que no sé si bien o mal, si blanco o negro, si aquí o allá. Una vez más las dualidades se impusieron y me dejaron igual que siempre, con ese sabor agridulce  que he aborrecido ya. [ Tanta vida contenida, tantos minutos suicidas…Ella cogió el abrigo y el bolso apresuradamente. Movimientos rápidos y el sonido de la puerta cerrándose a sus espaldas

Cancelar [o liberar]

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Cancelaciones. Parece una palabra negativa con un gran abanico de connotaciones que son aún más deprimentes. Pero no todo es gris y deslucido. A veces hace acto de aparición una de esas “cancelaciones” y de repente caes en la conclusión de que no es tan malo como pensabas. Es como si la vida te dijera “te regalo un ratito más para que hagas lo que quieras, pero úsalo bien”.  Y así me he encontrado esta tarde, con una cancelación de frente y unas horas que no podían venirme mejor. Esa sensación de tiempo ralentizado, de una taza de té caliente, mantita, mi música y poder escribir. Introspección momentánea, nostalgia incomprendida y una chispa de deseo culpable a la que le he tenido que pedir discretamente que bajase la voz. Ojalá tuviésemos la posibilidad de vivir de forma más equilibrada, con ese balance perfecto entre el trabajo y el tiempo para nosotros, para escucharnos con más atención y cuidar de lo que tenemos. Mira que soy ingenua…y qué ideas más descabelladas

La Chica de las Tres Décadas

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A falta de las horas pertinentes, pero de carácter oficial, puedo decir que la chica de letras es también la chica de las tres décadas. ¿Pero cómo ha pasado esto?  [*** Feliz ***] Una demostración más de que el tiempo no corre, sino vuela, y que lo único que podemos hacer es no olvidarnos de vivir mientras va transcurriendo sin esperar “momentos perfectos”. En su lugar, debemos aprovechar todos y cada uno de ellos conforme se van sucediendo. El ocho de enero se convierte año a año en una masificación de buenos deseos, de demostraciones afectivas increíbles y de un recordatorio de que hacerse mayor es genial cuando tienes a tu alrededor a las personas que quieres para hacerlo. A fin de cuentas es lo más importante. Aprovecho estas líneas para dar gracias a todas y cada una de ellas, a familiares, amigos que son familiares porque así lo siento, compañeros y mi gente en general. Gracias a la vida por regalarme lo más preciado, que es ese amor incondicional en t

Minutos que no descansan [y otras distancias]

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Se dan por concluidas las fiestas navideñas de este año. Han tenido de todo: les ha faltado una presencia importante, han sobrado enfados y  algunas decepciones. Pero afortunadamente he tenido alegrías, abrazos, cariño desbordante y personas insustituibles a mi lado. Diría que el balance final ha sido positivo. [ El tiempo había decidido independizarse, crear su propia república y convocar una maratón para ese día. Las horas, simplemente, volaban. ] ¿Y ahora qué? Acaba de empezar el año y creo que en el ambiente se respira una extraña sensación de lentitud, como si faltara energía para caminar. Pero hay que ponerle remedio, buscar dentro el impulso y sobretodo la decisión para seguir avanzando. [ Ella jugaba con la costura del sofá. Y pensó de forma irónica: “Mi reino por un té caliente” ] Digamos que hoy es un buen día para coger carrerilla y saltar de lleno sobre el dos mil dieciséis. Démosle un poco de intensidad, de magia, de novedad y de buenos propósitos.

Abrazos de Caramelo

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Noche de reyes. Noche de reinas. Noche de tradiciones. ¿Pero cuáles exactamente? Me gusta pensar que con el paso del tiempo cada vez somos más auténticos y creamos las nuestras, propias, originales, diferentes pero a su vez con un toque de lo que nos enseñaron nuestros padres. Algunas cosas no se deben perder, porque son parte de nosotros y lo que le da sentido a quiénes somos. El valor no está en los regalos, ni en las comidas, cenas ni sucedáneos. Está en la gente con la que nos reunimos, en los abrazos que nos damos, en las sonrisas que regalamos y en los momentos que compartimos juntos. Eso es lo bonito de estos días, pero deberíamos ser capaces de ir más allá y de extrapolar todo esto al día a día, para que la magia dure todo el año y el cariño no sea algo puntual ni comercial. Por eso esta noche voy a sacar mi complejo de caramelo una vez más, para seguir siendo fiel a mí misma. ¿Cuánta gente habrá en el mundo perdiéndose el calor de un abrazo? ¿Cuántas personas

Nuevos horizontes

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He decidido empezar mis publicaciones de este año el dos de enero, así evito que se ponga celoso del tan popular “día uno”. El 2016 ha comenzado con las rarezas propias que me acompañan, como si las horas se fueran desperezando entre las sábanas y bostezando una a una intentando coger impulso y energía para enfrentar todo lo que viene por delante. He traspasado la puerta del año con paso firme y a cambio he recibido una palmadita en la espalda a modo de “venga, que la vamos a liar”. Voy escuchando la música de fondo, mi banda sonora preferida, y respirando un extraño (pero esperanzador) aroma a cambios positivos. Casi diría que una media sonrisa me delata, porque tengo ganas de reír después de todo. Vuelve el brillo en la mirada, la fuerza innata y mi apetito voraz por el mundo. Si tuviera que hacer una lista de “cosas que hacer en el dos mil dieciséis” creo  que me resultaría casi imposible teniendo en cuenta mi imaginación desbordante y esa inquieta mente mía que si