¿Lo ves? ...¡Allá vamos!
Otra vez estoy
sentada delante de estas teclas para hacer balance, para echar un vistazo a los
momentos que me han dejado los últimos doce meses. Lo cierto es que el 2017 ha
sido un año de sorpresas, de no dejarme indiferente, pero por encima de todo de
enseñarme que las lecciones que años atrás no parecían tener sentido, lo
tenían. Y he aprendido. Un montón.
Pero como siempre,
el aprendizaje es una cosa muy personal, de cada individuo, con sus ritmos
propios y sus avances progresivos. Así que por ello, no puedo mirar a los
últimos meses sin tener en cuenta los últimos dos años de mi vida (básicamente
desde entonces, desde aquel punto de inflexión, siento que he crecido con una
visión más profunda y significativa).
No voy a hablar
mucho más de ello, simplemente me quedo con todo lo bueno. Así, mi balance del
año lo resumo en que no hay que tener miedo a los cambios, sino que debemos
atrevernos a ir más allá de nuestra zona cómoda y conocernos todavía más en
otros ámbitos. Puede que al principio no lo entendamos, que no sepamos qué
hacer e incluso que nos planteemos muchas veces si las decisiones que tomamos
fueron correctas. Hoy puedo decir que todas las que he tomado yo este año lo
han sido, así que gracias a todos los que creyeron en mí, a los que me dieron
el impulso necesario, los que pronunciaron las palabras que necesitaba escuchar
y los que siguen estando conmigo a pesar de las distancias y del paso del
tiempo.
Gracias. Que
palabra más bonita. Con ella acabo esta última entrada. Espero que el
2018 sea un gran año para todos y que aprovechemos sus días para seguir
aprendiendo, dando gracias y siendo felices. Lo merecemos.
[Se van consumiendo
los minutos… Uvas preparadas. Sonrisas nerviosas. Corazones sincronizados. Un
nuevo capítulo. ¿Lo ves? ¡Allá vamos!]