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Mostrando entradas de noviembre, 2013

Euforia

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No es un secreto: la música mueve mi mundo. Creo que os lo he comentado otras veces, que es la banda sonora de mi vida, el motor de impulso, mi refugio y mi forma de expresión. Es algo que llevo, literalmente, tatuado en la piel. A veces pienso que me faltan palabras para poder describir con precisión lo que me hace sentir y todo lo que significa para mí. La semana pasada volvió a tener el papel protagonista, pero podría deciros que con un brillo especial. Debe haber sido el escenario, los conciertos, las partituras…el sabor y el sonido de la música en estado puro y directo.  ¡Una pasada! Y lo mejor de todo es que no tiene fecha de caducidad, que sigue evolucionando y reinventándose, aquí y ahora o en cualquier otro momento y lugar. Es mi compañera siempre fiel, lenguaje universal y testigo de todo lo que acontece en mi mundo.  [Cada centímetro de su cuerpo vibraba al compás de aquellos acordes tan conocidos. Allí volvía a estar de nuevo, aquella sensación que tan bien conoc

Sonrisas reencontradas

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La noche me visita mucho antes de su hora. Desde luego, este desbarajuste de cambios horarios siempre se me hace raro al principio. Después todo es cuestión de costumbre y de esperar a que los días vuelvan a alargarse y la luz siga brillando. La luz…qué cosas…hoy parece más presente y más brillante. Como la sonrisa de los viejos amigos que vuelven, a pesar de las distancias y del tiempo siguen estando ahí. Es fascinante como algunas personas siguen conservando su esencia por muy contaminado que esté el mundo. Hoy mis letras se quedan atrapadas en ese brillo, en esas sonrisas. Parece que todos hemos vuelto a casa.  [Ella caminaba por la calle con la música en los oídos, como siempre. De pronto alzó la vista y se encontraron sus miradas después de mucho tiempo. Sonrieron y se hizo la luz: las amistades auténticas no mueren.] Siempre,  Day* P.D: Dedicado a dos personas muy especiales con las que me reencontré ayer y a otra personita especial con la que voy a

De lo mundano y lo espontáneo

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Decisiones espontáneas: a veces una locura y otras un acierto. Y en determinados casos un poco de ambas cosas. Es lo que algunos denominan el “dejarse llevar”. Personalmente he tomado unas cuantas de esas decisiones espontáneas últimamente y creo que no ha ido tan mal. El conseguir elegir una opción o escoger un camino puede ser lo que marque la diferencia en nuestra vida. Porque a fin de cuentas la vida es eso…una elección constante (no es necesario que especifique que algunas decisiones conllevan más tiempo que otras, como es obvio todos tenemos experiencia al respecto). La cuestión es saber decidirnos dependiendo de la urgencia de las cosas que queremos, necesitamos o simplemente surgen. En ocasiones podemos tener la sensación de estar atrapados en una habitación, sin saber exactamente cómo salir de ahí. Pero de repente y por causas diversas podemos sentir la necesidad de hacer algo, de dar un paso, de ir más allá. En definitiva, de ser nosotros mismos llevando las riendas

Pretérito imperfecto

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Un día cualquiera de repente…¡chás! el pasado vuelve para volver a formar parte del presente, sin previo aviso, sólo con su presencia. Y es genial, especialmente cuando vuelve después de silencio y frases inacabadas. Pretérito imperfecto. Está visto que así es la vida, por mucho que digan que el pasado quedó en el pasado, que no se puede cambiar, que no vuelve, que es lo que es, que no se puede vivir en él y un largo etcétera de expresiones similares. Y es como debe ser, porque el pasado es lo que nos ha hecho llegar hasta este momento, hasta este instante. Por ello todo lo bueno que tenga el pasado, si vuelve, es bien recibido. Al menos para mí y en mi vida. Los demás, podéis hacer lo que queráis. No me refiero a que haya que aferrarse a los recuerdos como un clavo ardiendo, ni que haya que lamentarse por lo que fue y no es, o sentir nostalgia por otros tiempos. Me refiero a que hay cosas y personas del pasado que pueden reaparecer en nuestras vidas y somos nosotros quienes