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Mostrando entradas de abril, 2016

Incluso mi luz y mi oscuridad

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Entorno los ojos y respiro profundamente. Los abro y la bipolaridad me da un buen empujón: ¿será cuestión de transitar el camino despacio, sintiendo cada paso, o correr por una carretera poco transitada olvidando dónde está el límite de velocidad? En ambos casos la adrenalina se dispara, tanto en las sensaciones que viajan desde las huellas que dejas y que recorren todo tu cuerpo, como en el subidón descontrolado que asciende por la espalda al no sentir los frenos marcando un tope. La vida nos hace viajar de todas las maneras posibles, con urgencia o con paciencia, porque cada día seguimos moviéndonos, de aquí para allá, con nosotros, vosotros o ellos. Cada mañana nos da un beso en la frente y la jornada comienza en el punto de partida. A veces conocemos el sendero o la dirección, la mayoría hasta de memoria, y otras simplemente se tuerce, cambia de sentido o nos manda por una vía de servicio, una carretera secundaria o un laberinto sin sentido. Sé a dónde qui

De la paciencia, felicidad y otras drogas

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Siento que ya no queda mucho tiempo para llevar jersey, ni para seguir anclada en el mismo sitio ni en las mismas situaciones. Es como si las luces delante de mí me recordaran cuál es el camino que debo seguir, sin más excusas y sin limitaciones, porque es el momento de aprovechar lo que la vida me está ofreciendo sin ser la misma boba que ha dejado pasar grandes cosas por sus estúpidos cuestionamientos mentales en bucles. Sí, justamente así soy yo, indecisa para unas cosas, firme y decidida para otras, impulsiva, obstinada incluso sin querer, despistada a ratos y una profesional en eso de darle vueltas a las cosas hasta que puede intuirse el humo de lo quemadas que están. Pero por todo esto, por las imperfecciones, puede que haya llegado el momento consciente de mejorar, de ser una mejor versión de mí. Quizá así despegue y alcance todos esos sueños que están medio dormidos entre pensamientos aleatorios. No más noches sin dormir como debo, no más trabas, no más miedos