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Mostrando entradas de octubre, 2015

Cuéntame un cuento [y no historias para no dormir]

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A la vida le encanta contarme cuentos antes de irme a dormir. Mis favoritos  son los que vienen acompañados de susurros y respiraciones o los que acaban con muchas risas. Pero como suele pasar hay cuentos para todos los gustos, que te gusten los cuentos y también personas que tienen mucho cuento. Aunque de estos temas ya hablaré en otra ocasión, porque hoy quiero centrarme en las “historias para no dormir” (debe ser el ambiente pre-halloween que me inspira y que tengo unas amigas muy locas). Habrá momentos en nuestras vidas en los que tengamos sobrecarga de historias para no dormir y que dichas historias nos lleguen desde cualquier frente. Diría que es el cosmos o que la gente se pone de acuerdo para repartir drama, comedia, ciencia ficción y un sinfín de géneros (algunos de categorización propia dignos de un buen hashtag ). Será entonces cuando nos demos cuenta de cómo reaccionan los demás, de cómo se caen las máscaras  y de cómo son verdaderamente las cosas.

Sutileza del copón

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Qué divertido es que te inspiren de buena mañana, incluso sin querer. Es como ese toque de color que le da vida a un cuadro soso, o como los cartelitos positivos y otros memes optimistas que no a todo el mundo les gustan. No es un secreto el hecho de que me fije en los detalles, que observe incluso sin querer los matices que no siempre son aparentes o que pasan desapercibidos para otros. Lo hago de forma instintiva, por mi manera de ser supongo, o porque soy una mente atormentada por la novela inglesa del siglo XIX. Hoy me han ilustrado, me han hecho caer en la cuenta de que quizá se trate de algo más simple: será que tengo una sensibilidad del copón. ¡Fíjate tú! Tantos años viviendo conmigo misma y pasar por alto esto. No tendrá que ver con el hecho de que sea una inconformista, alguien a quien le gusta quedarse con lo sutil, o que mira un poquito más allá de la superficie, ¿verdad?  [ Levantó la vista del papel y le dio un sorbo al café. Miró por la ventana

Mente cuadriculada

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Por fin una tarde de otoño. Fuera llueve y no puedo evitar que una sensación de ligera nostalgia me invada durante un instante. Los últimos días han sido tan intensos que las secuelas son visibles: sonrisa perpetua, alegría en la mirada y un optimismo que sale a raudales por los poros de mi piel (sí, todavía más de lo que es en mi estado normal). Cada vez estoy más convencida de dos cosas: por una parte, estoy segura de que la vida es el conjunto de pequeños momentos de felicidad diaria que compartimos con las personas que queremos (eso incluye a los que tenemos lejos) y, por otra parte, que los amigos de verdad son la familia que elegimos por voluntad propia para que sean lo especial de nuestro mundo. Somos afortunados y muchas veces no lo valoramos lo suficiente. Es entonces cuando el universo nos recuerda a su manera que lo importante es la esencia, el fondo y no la forma. Porque cuántas personas perdemos en nuestra vida por no ser conscientes de esto, por darle pr

Mi nuevo vicio

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[ Volvió a esconder la cara detrás del libro. Un poco más de invisibilidad no marcaría la diferencia, pero de alguna manera era la forma más rápida de volver a su zona de confort. ] Durante mi vida he leído miles historias, he sido testigo de otras tantas y he decidido ignorar y olvidar unas cuantas más. He observado desde la distancia, sin involucrarme, sabiendo que así es más sencillo vivir: de manera contemplativa. Pero señoras y señores, en esta vida incluso esta actitud tiene fecha de caducidad. Por mucho que nos empeñemos en querer simplificar, en quedarnos con lo básico, llega un momento en el que el universo te pega un buen tortazo en la cara para que reacciones y decidas tomar acción y dejar de ser un mero espectador de tu historia. El problema es que a veces esta “bofetada de realidad” viene cuando tenemos la guardia baja y no lo esperamos, o por el contrario, cuando somos demasiado conscientes de que el golpe es inminente y sabemos que está llegando. Este últim

Los lunes al café [y su beso apasionado]

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Dejadme que os diga que el lunes es un día incomprendido. Unos lo odian, a otros les gusta y a algunos simplemente les da lo mismo. Pero, ¿qué sería de nosotros sin los lunes? Es el día de inicio, de arranque y despegue.  Tiene sentido que exista para que valoremos más los días de descanso (en los que, seamos realistas, al final nadie descansa), para que la idea del fin de semana sea más emocionante e incluso para tener un día en el que quejarnos porque sí. Pobre lunes, siempre le toca a él, excepto cuando es festivo y entonces es el favorito hasta del apuntador y el mayor quejica. Todo necesita un momento de inicio, incluso la semana. Comenzar no sólo es un punto de partida. Significa que seguimos adelante, que volvemos a reformular, a considerar, a cuestionar y también a continuar con algo. La vida está llena de estos matices de los que únicamente disfrutaremos si somos capaces de apreciarlos. Así pues…que arranque la semana. [ Otra vez el caos desde bien temprano