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Mostrando entradas de julio, 2014

Pantallazos de realidad

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Sé que me equivoco en muchas cosas, pero es lo que tiene ser humana. En alguna ocasión mientras caminaba por la calle me he parado en seco levantando la cabeza del móvil para mirar a mi alrededor. Tantas personas con sus preocupaciones, sus alegrías, sus problemas, sus ilusiones… Si extrapolamos eso al mundo, el número de personas y de circunstancias provoca hasta mareos. Estamos tan absortos en nuestra propia realidad que a veces no somos conscientes de que el resto del mundo también tiene “sus cosas”. No se trata de “es que ya no le importo”, “es que ‘x’ le interesa más”, “es que ya no es lo mismo”, etc. Lo que realmente pasa aquí es que todos tenemos nuevos retos cada día a pesar de las aparentes rutinas de nuestras vidas y no por ello hay que crear un drama. Eso lo aprendí de mi mejor amigo, alguien a quien a pesar de usar tecnología hasta cuando se va en moto, sabe que el hecho de que no estemos todos los días en el mismo sitio o conectados a través de un

Donde tú quieras estar

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Dar vueltas en la cama no siempre es divertido. No ahora mismo, sin compañía y mirando del techo a la pared, de la pared a la almohada y de la almohada nuevamente al techo después del octavo suspiro de resignación. Lo llaman “el bochorno del calor del verano”. Se me ocurren tantas cosas que podría estar haciendo ahora mismo que es lo único que hace soportable tanto giro. El pensar en otros lugares, otros instantes, otros aires…Qué bien se viaja en primera clase en el avión de la imaginación. Viajaré un poco más. Sí, ya he encontrado el lugar donde quiero estar ahora. Lo veo con total nitidez. Estoy allí sentada bajo aquel cielo que tanto me gusta observar, con esa tranquilidad tan característica, esa magia que todo lo envuelve, con el sonido del mar susurrante… Voy a quedarme aquí esta noche hasta que la mañana me obligue a despertar. [ No se dio cuenta de lo cerca que estaba hasta que el ronroneo junto a su tobillo la sacó repentinamente de sus pensamien

Y si llueve...que llueva

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No quiero planificaciones estipuladas y puntualizadas, ni que todo sea explícitamente obvio y evidente. Quiero cosas que me rompan los esquemas, que me sorprendan, detalles que no me espere y decisiones espontáneas que se conviertan en lo mejor que podría haber elegido. Cuando conoces el guión de la película o el diálogo de una obra de teatro, parece que los acontecimientos no son lo mismo, no hay margen de reacción ni posibilidad de verte sacudido por lo inesperado. Todo se convierte en lineal o, en el caso de la vida misma, rutinario. No quiero decir con ello que la rutina sea mala, de hecho un porcentaje de ella es necesaria para el día a día, pero en su justa medida. El mundo necesita más cosquillas, más carcajadas, más espontaneidad. Hay que llenar las calles de energía positiva, contagiar el optimismo, repartir más cariño y menos palabras hirientes.   Quiero de lo bueno su parte impredecible. [Las luces del centro se dibujaban a lo lejos mientras el

Cosas inolvidables [París. Primera parte]

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Dicen que París es “la ciudad del amor”. En mi opinión, creo que es injusto calificar a París únicamente con esa etiqueta, porque si algo he aprendido es estos días fugaces ha sido que tiene unas calles concurridas, con barrios bohemios, gente de todas partes, una gastronomía deliciosa, un gran carácter monumental y ahora puedo añadir que también tiene muchos recuerdos (recuerdos que he dejado para ella y recuerdos que me llevo). He vivido en primera persona tantas emociones intensas que si cierro los ojos aún puedo escuchar en la lejanía las bandas de jazz que había en las calles, el murmullo de los niños, la conversaciones en mil idiomas de la gente, el ir y venir de los coches y las risas de mis amigos y mi familia. Ha sido un regalo de una de las personas más importantes en mi vida, un regalo que jamás olvidaré y que me faltarán años de vida para agradecer. Y no sólo porque he conocido una gran ciudad y he vuelto a ser niña cumpliendo ilusiones de infancia con ore

De la casualidad y otros cuentos

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La palabra “casualidad” siempre me ha parecido divertida, no sólo por cómo suena cuando la pronuncias, sino también por todas las connotaciones que tiene su significado. Creo que otras veces he mencionado mi visión de las “casualidades” y no voy a aburriros con ello, pero sí a recordaros que todas las cosas pasan por alguna razón aunque a veces no sepamos conscientemente el porqué. Me gustan los días de “casualidades”. Me resultan estimulantes, como un reto para el intelecto perfeccionista y ansioso de respuestas que son eco en alguna parte que no llegamos a escuchar. Así la vida es imprevisiblemente atractiva. [ Fue como sentir una brisa de aire fresco en la cara en aquel día tan caluroso. Ella volvió a reír mientras caminaba calle abajo, escuchando su música favorita y el murmullo de sus pensamientos] Siempre,  Day*  P.D: Dedicado a todo el que lo lea y se vea reflejado en ello. Porque la casualidad es parte de todos. [Suena: Foo Fighters - N

Tranquilidad Nerviosa

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A todos nos gusta que nos mimen, en mayor o menor medida. Cada uno a su manera, desde un abrazo largo y cálido o un beso en la frente hasta un golpecito insignificante en la espalda. Como siempre, hay de todo y para todos los gustos. No soy de caprichos, pero hoy se me antoja una caricia que me erice la piel, un susurro nada inocente en la situación más rocambolesca o sentir una respiración en el cuello que me incite a romper esquemas. Pensad lo que queráis, porque en este momento no me importa nada. Tengo una mente ansiosa de tantas cosas que últimamente no contiene pensamientos ni palabras. Los muros de contención se convirtieron en paredes de papel de seda. Y es que cuando uno se siente bien, parece que no necesita nada más que fluir y mostrarse tal y como es de la forma más natural. Pequeños placeres de la vida… [ Era uno de esos buenos momentos y sentía que podía comerse el mundo. No tenía intención de dejar pasar ni un instante sin hacer lo que quer

Con Perspectiva [Dream On]

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Desde lo alto y con distancia es como las cosas parecen distintas. En cierto modo, los detalles rutinarios, el ruido de la ciudad, las tareas pendientes, el querer abarcar muchas cosas por esas manías perfeccionistas tan mías y un largo etcétera, son las que me empujan a querer volar y refugiarme en los lugares que anhelo. No se trata de escapar de lo presente, sino de vivir todo lo que quiero vivir sin reservas, aprovechando los momentos que me regala la vida para poder estar donde quiero estar. Si cierro los ojos ya puedo imaginarme el reflejo del sol en el agua fría del océano, el sonido de las olas y las hojas de los árboles bailando con la brisa tibia del verano, un escalofrío en la espalda provocado por los recuerdos bonitos,  el brillo de las estrellas en la noche y las sonrisas en las caras de mis amigos. Cuanto más lo pienso, más ganas tengo de volar…Empieza la cuenta atrás. [ Dejó el bolígrafo en la mesa y guardó la libreta roja que tanto había

Océano y sueños

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Con la llegada del verano parece que la gente se vuelve loca y de repente les pueden las ganas de ir a hacerle una visita al mar. Pero…¿qué pasa con el resto del año? Para mí el mar es una de esas cosas indispensables, uno de los lugares que me ayuda a desconectar y reconectar, que me inspira y me llena de energía. Es uno de los pequeños placeres de los que se puede disfrutar solo o acompañado, que no necesita previo aviso y que nunca deja de sorprender: desde su furia en días tormentosos hasta su calma profunda en días tranquilos. Estos días echo de menos el océano que me congela la piel y luego la abraza sin condiciones. Será porque me llama la otra parte de mí que se quedó “allá arriba”, en mi otro hogar al que extraño. La eterna sensación de división y dos masas de agua que me inundan y llenan de nostalgia. [ Habían sido días demasiado largos y de mucho trabajo, pero estaba contenta con ello. Se quedó dormida sin darse cuenta. En el eco de su mente continuaba

Minutos que dan alas

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Cuando te falta tiempo es cuando más lo valoras. Así somos las personas, que parece que tenemos que sentir la ausencia de algo para darle el valor que se merece o simplemente para recordar lo importante que era y echarlo en falta. Ahora mismo necesito un parón, un paréntesis, un inciso para hacer de las mías. Será que últimamente tengo una tormenta tropical de buenas ideas que me apetece llevar a cabo y por eso me siento tan bien y con ganas de emprender (cosas varias, varias cosas). En este instante se me antoja un paseo tranquilo por aquellos lugares distantes, cruzando un puente de madera, con el mar tan cerca que pueda escuchar su rumor y árboles que sean testigos silenciosos de mis pasos. ¿Está bien? Sí, por supuesto. Sólo que no ahora mismo (conformándome con los minutos que dan alas para volar). [ Cansada y con el sueño zumbándole en la oreja. Le iban a faltar horas, estaba segura. Lo sabía, pero no le importaba. Y dijo ella: “Una noche más, duerme tú por