[···...La Chica de Letras ...···]

Nuestras reacciones a veces son como el tiempo: imprevisibles y sorprendentes. Hoy he tenido la sensación de estar atrapada y sin salida, más concretamente dentro de un coche, el día que parecía haberse hecho noche de repente, niebla, lluvia incontrolada y granizo del tamaño de pelotas de golf. Afortunadamente todo se ha quedado en un gran susto, y aunque anecdótico, no me lo esperaba en absoluto. Del mismo modo que la meteorología nos regala estos sobresaltos gratuitos, los seres humanos nos regalamos momentos igualmente asombrosos y espontáneos a partes iguales. A veces sólo hace falta una mirada infinita abrazada por un cálido silencio. Otras una caricia en el hombro lenta y prolongada. Incluso un susurro casi imperceptible que nos recuerde lo afortunados que somos. Como os he dicho en otras ocasiones, sigo pensando que en la vida debemos prestar atención a los detalles, a todos y cada uno de esos sucesos que llenan los segundos de nuestros días, que son irrepetibles y únic

Hacía tiempo que no escribía nada, no por falta de ideas o de ganas, sino por falta de minutos para decir lo que quería decir. Dejadme recapitular un segundo…he disfrutado de días de lluvia que parecían no tener fin en esas tierras norteñas, con sus cielos inspiradores, de matices grises intensos y brillos inexplicables. Debo reconocer que necesitaba perderme por allí para poder volver a encontrarme y, después de todo, ha merecido la pena. También he tenido tiempo de dejarme sorprender por la vida una vez más, por sus ironías sin límites y su sentido del humor en ocasiones incomprensible, pero sin duda positivo y me atrevería a decir que educativo. Sí señores, la vida te alecciona, te hace sentir un poquito “ignorante feliz”, especialmente cuando te demuestra que te equivocabas en lo que creías cierto (cuando obviamente te equivocas para bien). Y como prueba de ello te coloca las cosas delante de las narices con luces de neón y música de fondo. Simple y llanamente sublime.