[···...La Chica de Letras ...···]

Esta noche quiero dormir tranquilamente, sin molestarme en poner el despertador. Quiero perderme entre las sábanas y hundir la cabeza en la almohada. Quiero respirar profundamente en tu pelo mientras cierro los ojos antes de que el sueño me alcance.  ¡Qué deleite más sencillo! Simple y llanamente, dormir. Que descansen la mente y el cuerpo antes de enfrentarse a un nuevo día. Y cuando el sol decida volver a visitarme, abriré mis ojos adormilados para ver su reflejo en tu sonrisa y su brillo en tus ojos. [Los días pasaban y aquel lunes parecía no llegar nunca. Era domingo por la tarde y sus pensamientos seguían dispersos mientras su mirada seguía fija en el calendario: lunes 15, 20:15] Siempre, Day* P.D: Dedicado a los que disfrutan las horas de sueño, a los que se acurrucan y se mecen antes de dormir y a los que sueñan mientras descansan. [Suena: Linkin Park - Leave out all the rest]

Una de las cosas que me llama la atención de las personas es la forma de mirar. Resulta muy cambiante, dependiendo de la alegría, la tristeza, el enfado, la sorpresa, la nostalgia, el desconcierto, la ironía… Los ojos dicen mucho, incluso cuando quieren guardar un secreto. Evidentemente, siempre hay miradas que tengo más presentes en la memoria, ya sea por el dulce placer de recordarlas o porque marcaron un antes y un después en mi vida. Las miradas que tengo grabadas en mí permanecerán como fotografías, como palabras escritas en un libro, como un tatuaje en la piel, como un beso que no se olvida, como las canciones que ponen música a nuestra vida. [Ella se había convertido en una escéptica. Había levantado muros y se había cerciorado de cerrar con llave puertas y ventanas, poniendo así a salvo lo que quedaba en su interior. Y de repente, como si de una aparición se tratase, volvió a tener frente a sus ojos aquella mirada que derribó todas las barreras con un simple susurro, de

Uno de los mayores placeres de la vida, en mi opinión, es disfrutar de una buena conversación (entre otros, claro está). No todo el mundo tiene la capacidad de escuchar y al mismo tiempo regalar un diálogo grato sin caer en silencios incómodos o volverse repetitivo. Afortunada de mí, tengo la suerte de estar rodeada de buenos conversadores, aunque debo reconocer que hay alguien que destaca de forma más que notable últimamente. Le voy quitando horas al sueño para dedicárselas a conversaciones que se extienden más allá de la media noche, que llenan los espacios de los segundos y el tiempo, propiamente, pasa volando. Es enriquecedor y positivo (pero tranquilos, sé que tengo que dormir si quiero sobrellevar los días sin ser una señorita zombie). Todo requiere la organización de lo desorganizado, la improvisación que nos otorga pequeños grandes momentos. Cada vez que lo pienso, las palabras me siguen regalando instantes felices sin cesar, como si fueran una constante en todo lo que

Estamos muy cansados de muchas cosas ya (y creo que hablo por la gran mayoría de personas que viven en este país y están hartas de escuchar cada día los mismos sermones frente a “la caja boba”), de cosas que lamentablemente frenan nuestros sueños, los pequeños pasos que queremos dar, que en ocasiones destrozan por completo las ilusiones y cambian radicalmente vidas. Honestamente, no es un tema del que me guste especialmente hablar ni al que me guste dedicarle tiempo, pero deben haber sido las palabras de mi madre las que han hecho que este monotema nacional haya hecho eco en mi cabeza y por ello he sentido la necesidad de escribirlo. Es una prueba latente de que la vida nos pone obstáculos en el camino cada día, y a pesar de ello debemos ser fuertes para superar todo lo que se nos ponga delante.  Sin embargo, una de las claves para poder sobrellevar “los tiempos difíciles” (instante de recuerdo de mi especial Charles Dickens) o las “pruebas vitales” son las personas que tenem