Cuéntame un cuento [y no historias para no dormir]
A la vida le encanta contarme
cuentos antes de irme a dormir. Mis favoritos
son los que vienen acompañados de susurros y respiraciones o los que
acaban con muchas risas.
Pero como suele pasar hay
cuentos para todos los gustos, que te gusten los cuentos y también personas que
tienen mucho cuento. Aunque de estos temas ya hablaré en otra ocasión, porque
hoy quiero centrarme en las “historias para no dormir” (debe ser el ambiente pre-halloween que me inspira y que tengo
unas amigas muy locas).
Habrá momentos en nuestras vidas
en los que tengamos sobrecarga de historias para no dormir y que dichas
historias nos lleguen desde cualquier frente. Diría que es el cosmos o que la
gente se pone de acuerdo para repartir drama, comedia, ciencia ficción y un
sinfín de géneros (algunos de categorización propia dignos de un buen hashtag). Será entonces cuando nos demos
cuenta de cómo reaccionan los demás, de cómo se caen las máscaras y de cómo son verdaderamente las cosas.
Así pues seremos testigos de un
desfile de justificaciones, excusas, lagrimitas de cocodrilo, unicornios de
colores o personas que vomitan arcoíris entre otras muchas posibilidades. El
abanico es muy amplio y la imaginación interminable. Y es que de todo hay en el
mundo y visto está que nunca dejamos de sorprendernos.
¿Moraleja?
Que no os cuenten “historias para no dormir” ni excusitas disfrazadas de
cuentos sin fundamento. Que las historias y anécdotas personales prevalezcan. Que
cuando tengáis que contar las vuestras sean originales, auténticas y reales
como vosotros. Y si os tienen que contar alguna otra, alegre o triste, que por lo
menos sea veraz y sincera. Porque, a fin de cuentas, es lo mínimo que cualquier
ser humano se merece por derecho natural.
[Preparada para otra fiesta más,
con su vestido y su antifaz. Y como no, con esa extraña sensación de
autosuficiencia y decisión tan suya últimamente. Miró su reflejo en el espejo y
entonces se dio cuenta: algunas personas no pueden esconderse detrás de un
antifaz por mucho que lo intenten. Es la bendita maldición de las personas de
verdad, con sus virtudes y sus defectos.]
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