Somos ayer

Ayer era una niña que jugaba al escondite sin preocuparle nada más. Eran buenos tiempos, con ausencia de obligaciones más allá de ir al cole, hacer los deberes, jugar y disfrutar del verano. ¡Y qué verano! De comidas familiares en la playa, de hacer castillos de arena y de esperar las dos horas pertinentes e interminables de digestión antes del ansiado chapuzón. Ayer también fui adolescente, con mil dudas, cambios repentinos y muchas cosas que entender del mundo y de mí. Ayer fui una chica que cruzó la línea de la mayoría de edad, que vivió el primer verano de libertad después del Bachiller y antes de la Universidad. Y los veranos que vinieron después, los diferentes, con más tiempo en familia fuera de la ciudad, con sabor a helado después de la playa, de escribir en una libreta vieja, de enamorarme por primera vez y de sentirme a ratos perdida. Ayer fui dando pasos más maduros e incluso zancadas para completar una carrera y un máster. Hice amistades que se fortalecieron con ...