Leyes Universales (II)

Silencios que retumban en lo más profundo del pensamiento. Cuando se acaban las palabras, no se pronuncian o se retienen entre los dientes. Quise dejar escapar alguna, pero la contuve y las escribí todas juntas sin hacer ruido.

Quise encontrarle sentido a lo que no lo tenía, dibujar un camino alternativo o inventar una justificación para lo que no comprendía. A pesar de ello, me seguía resultado complejo. Supongo que llega un punto en el que todo el mundo se cansa de confiar e intentar a partes iguales, de los golpes reiterados contra la misma pared.

El fluir de las cosas se convirtió en un estornudo que precipitó un conjunto de acontecimientos. ¿Por qué? Porque no todo es siempre lo que parece y porque, además,  necesitamos estas sacudidas como un recordatorio que nos enseñe a estar alerta de vez en cuando y a que integremos lecciones que no hemos aprendido todavía.

[Decían que ella era una persona intensa. Y era precisamente la intensidad la que la llevaba una y otra vez contra la misma pared y no por su connotación positiva, sino por la contraria. Golpe tres billones quinientos cuarenta y cinco mil trescientos ocho…]

Siempre,

Dai*

P.D: Como buena ley universal, bueno y malo, mejor y peor. [Pregúntame mañana]. Dedicado a la peque, que supo enseñarme la etiqueta que no fui capaz de ver antes.

[Suena: Hinder - "Get Stoned"]

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