Tranquilidad Nerviosa
A todos nos gusta que
nos mimen, en mayor o menor medida. Cada uno a su manera, desde un abrazo largo
y cálido o un beso en la frente hasta un golpecito insignificante en la
espalda. Como siempre, hay de todo y para todos los gustos.
No soy de caprichos,
pero hoy se me antoja una caricia que me erice la piel, un susurro nada
inocente en la situación más rocambolesca o sentir una respiración en el cuello
que me incite a romper esquemas.
Pensad lo que queráis,
porque en este momento no me importa nada. Tengo una mente ansiosa de tantas
cosas que últimamente no contiene pensamientos ni palabras. Los muros de
contención se convirtieron en paredes de papel de seda. Y es que cuando uno se
siente bien, parece que no necesita nada más que fluir y mostrarse tal y como
es de la forma más natural.
Pequeños placeres de la
vida…
[Era uno de esos buenos momentos y sentía que podía comerse el mundo. No
tenía intención de dejar pasar ni un instante sin hacer lo que quería hacer.
Ella estaba en uno de esos maravillosos períodos de la vida inundados de una
especial tranquilidad nerviosa. Y pensó ella: “Bueno, en tus manos está
cerrarme la boca”.]
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