Luces descoloridas
Otra vez aquí, rodeados de luces
de colores, de abetos sobrecargados de adornos, de las ilusiones de los
soñadores y del espíritu navideño en general. El tiempo pasa casi sin darnos
cuenta y son estas fechas las que hacen que todavía lo notemos más.
Pero por primera vez no tengo
ganas de nada de esto, ni de ser consciente del tiempo ni de todo lo que hay a
mi alrededor. A este año le falta magia y una parte de mí, le faltan las risas
que son un eco del pasado, el calor de ese abrazo que ya no daré esta noche.
Ahora comprendo aquello de “el
fantasma de la navidad pasada”. Sólo puedo obligarme a mí misma a quedarme con
lo positivo, aunque duela y no quiera sonreír. Porque a mi lado tengo razones
que se merecen que haga el intento, razones que me recuerdan lo que es importante
y me hacen sentir su amor y su cariño.
Y a pesar de que todo parezca
frío y descolorido esta noche, encontraré la manera de cambiar las cosas que
quiero cambiar, de tener la fortaleza necesaria para soportar los obstáculos y
los contratiempos. Pero sobretodo de resucitar la esperanza, esa que parece
haberse perdido entre los golpes y las desilusiones.
[Sabía que no iba a ser una
navidad convencional. Ni si quiera tenía ganas. Es lo que pasa cuando te has
puesto trabajo y excusas suficientes como para que los pensamientos vayan
arrastrándose detrás. Y pensó ella: “Sonríe.
Sonríe aunque cueste”]
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