Mente cuadriculada

Por fin una tarde de otoño. Fuera llueve y no puedo evitar que una sensación de ligera nostalgia me invada durante un instante. Los últimos días han sido tan intensos que las secuelas son visibles: sonrisa perpetua, alegría en la mirada y un optimismo que sale a raudales por los poros de mi piel (sí, todavía más de lo que es en mi estado normal).

Cada vez estoy más convencida de dos cosas: por una parte, estoy segura de que la vida es el conjunto de pequeños momentos de felicidad diaria que compartimos con las personas que queremos (eso incluye a los que tenemos lejos) y, por otra parte, que los amigos de verdad son la familia que elegimos por voluntad propia para que sean lo especial de nuestro mundo.

Somos afortunados y muchas veces no lo valoramos lo suficiente. Es entonces cuando el universo nos recuerda a su manera que lo importante es la esencia, el fondo y no la forma. Porque cuántas personas perdemos en nuestra vida por no ser conscientes de esto, por darle preferencia al envoltorio, a lo caduco, a esa parte externa que cambiará sin poder hacer nada por evitarlo. Ley natural.

Y te pregunto: ¿cuánto más estás dispuesto a perder por tu manera cuadriculada de amar?

[Primera línea de aquella nueva libreta en color azul. Para quien no lo sepa, las primeras líneas son cruciales, son inicios recordados cada vez que se abre la tapa. Ella era totalmente consciente de ello, por eso aquella primera línea sería una premonición de lo que vendría después.]

Siempre,

Day*

P.D: Hoy no llueve, pero esto lo escribí el martes cuando sí llovía (no he tenido tiempo de subirlo hasta ahora). Se lo dedico a los que no ven más allá de sus narices (en el fondo me dan penita).

[Suena: Artic Monkeys - "One for the road"]

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