No tienes ni idea
No conoces mis rincones, ni mis
secretos, ni esas pequeñas manías que tengo. No sabes cómo es mi piel, o
cómo suena mi voz, ni cómo son mis ojos a una nariz de distancia. No imaginas
el sonido de mi risa ante una frase célebre, un chiste malo o un silencio.
Puede que sepas de qué color es
mi pelo, cómo es la curva de mi sonrisa o las estrellas que tengo. Quizá intuyas
mi optimismo en los pequeños gestos, la libertad que me acompaña o las ganas de
volar y vivir.
En el fondo puede que no tengas
ni idea de todo lo anterior, o que seas tan listillo que lo hayas dado por
sentado, o que directamente no quieras ni imaginártelo. Porque al saberlo podría
ser todo demasiado bueno o podría ser demasiado malo.
Esa es la realidad de los
“y sis”: nunca sabes la cantidad de líneas o pensamientos que se pueden
amontonar hasta que decides dejar de acumularlos y caminar sin miedo a sus ecos.
[Incluso cuando podía descansar,
ella continuaba aprovechando cada minuto. La vida sabe bien cuando la vives a
tu manera y te atreves a ser tú mismo. Y pensó: “Puede que haya despertado mi
curiosidad...” ]
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