Dos mil quinientas revoluciones

Paso el tercer semáforo y mi mente sigue corriendo mucho más que yo. Dos mil quinientas revoluciones. Cruzo la ciudad en apenas diez minutos para sumar unos cuarenta más antes de apagar el motor. Punto muerto.

El coche se queda en silencio mientras fuera el tiempo sigue su transcurso natural, con gente que viene y que va, caminando delante de mí sin detenerse. Una hora, una llamada y más de trece canciones después abro la puerta y vuelvo a la realidad.

He tenido la sensación de que allí dentro el tiempo se paró de manera extraña, como si me regalase un momento de intimidad para hacerme ver todo desde una nueva perspectiva. Estas cosas no pasan todos los días y es por ello que lo dejo por escrito, para recordar ese instante de desconexión que parece haber sacudido con fuerza todas mis ideas.

[Sin duda, aquello no era ni de lejos serio. Ella no pudo contener la carcajada y seguidamente volvió a escaparse un suspiro de resignación. Y dijo él: “Eso básicamente llega al menos siete días tarde”. Y dijo ella: “Reír por no llorar”]

Siempre, 

Day* 

P.D: Dedicado a los que cruzaron ciudades con sus pensamientos corriendo mucho más que ellos mismos.

[Suena: Forty Foot Echo - "Beside me"]

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