Reflexión tropecientos mil
La gente y su estúpida manera de
hacer las cosas…o quizá yo y mi estúpida manera de hacer las cosas. Te
preocupas de detalles tan pequeños que ni si quiera necesitan atención, cuando
lo que realmente debería de sacudirte los esquemas es el aquí y el ahora.
¿Cuánto tiempo?... ¿Cuántos
momentos?... ¿Cuánta vida?...Los cuestionamientos están muy bien cuando tocan,
pero no como regla general casi obsesiva. Y es que tengo la impresión de que se
dibujan flechas en el camino, se encienden luces en lugares inesperados, suena
la canción perfecta con ese mensaje que te pilla por sorpresa. Parece que lo
más loco y lo más sensato al mismo
tiempo sería, simplemente, dejarse llevar.
Mientras tus reflexiones se
pelean entre ellas, otros pensamientos lejanos y ajenos se centran en estudios varios, circunstancias que pueden
cambiar el rumbo, quizá el detonante que rompa la burbuja de inseguridades…¡Y
ya me he vuelto a perder!
Conclusión doce líneas después:
vive. Como venga, sin pensar demasiado en lo que no requiere que lo hagas,
limitándote a enfocar tus ganas en lo que quieres lograr, invirtiendo tu bien
más preciado, el tiempo, en quien realmente lo merece.
[Reflexión tropecientos mil
sobre el mismo tema existencial. ¿Desahogo? ¿Tontería? ¿Ecos? ¿Modo bucle? Ella
y sus rarezas, sus ganas y ese “no sé qué” que empezaba a hacer acto de
presencia.]
Comentarios
Publicar un comentario