De lo imprevisible y lo sorprendente

Nuestras reacciones a veces son como el tiempo: imprevisibles y sorprendentes. Hoy he tenido la sensación de estar atrapada y sin salida, más concretamente dentro de un coche, el día que parecía haberse hecho noche de repente, niebla, lluvia incontrolada y granizo del tamaño de pelotas de golf. Afortunadamente todo se ha quedado en un gran susto, y aunque anecdótico, no me lo esperaba en absoluto.

Del mismo modo que la meteorología nos regala estos sobresaltos gratuitos, los seres humanos nos regalamos momentos igualmente asombrosos y espontáneos a partes iguales. A veces sólo hace falta una mirada infinita abrazada por un cálido silencio. Otras una caricia en el hombro lenta y prolongada. Incluso un susurro casi imperceptible que nos recuerde lo afortunados que somos.

Como os he dicho en otras ocasiones, sigo pensando que en la vida debemos prestar atención a los detalles, a todos y cada uno de esos sucesos que llenan los segundos de nuestros días, que son irrepetibles y únicos. Hoy me voy a dormir con el recuerdo de la lluvia torrencial en medio del tráfico y la sensación de un abrazo que se ha quedado enredado en mi cuerpo. 

[Creía que tenía las de perder, pero en el fondo no le importaba. El impulso irrefrenable de vaciar de su pecho tantas cosas era superior a su autocontrol y saber estar habituales. Se limitó a mirarlo y a decir en voz alta en su mente aquello que la atormentaba: “Quiero ser en tu vida algo más que un instante”]

Siempre,

Day*

P.D: Dedicado a los que hoy duermen y sueñan con lo más insólito.

[Suena: Héroes del Silencio - Maldito Duende]

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